Tuesday, October 07, 2008

Tipeo con una sola mano....... La Saga de Los Confines Liliana Bodoc

La Saga de Los Confines
Liliana Bodoc



" El tiempo no tiene una sino sus muchas ruedas. Una rueda para las criaturas de corazón lento, y otra para las de corazón apresurado. Ruedas para las criaturas que envejecen lentamente, ruedas para las que se hacen viejas con el día. Digo esto porque habrá quienes quieran saber cuánto tiempo transcurrió desde que los husihuilkes regresaron a Los Confines, despues de la guerra contra los sideresios, hasta el día en que Kuy-Kuyen se irritó por la torpeza con que Wilkilén desgranaba el maiz. Si me preguntan esto deberé responder que los hombres contaron cinco cosechas, el tiempo de ver crecer a un niño. Pero deberé agregar que las luciérnagas contaron cientos y cientos de generaciones muertas, un tiempo perdido en sus memorias. Y que para la montaña transcurrió apenas un instante. "

"Estas palabras fueron antes memoria, antes fueron sucesos. Palabras que nadie podría pronunciar, desmemoria, sucesos perdidos para siempre si una mujer Nakín no se hubiese ofrendado.
El Clan de los Búhos le otorgó un destino: debía resguardar para los hombres todos los aconteceres de un tiempo que ya era antiguo cuando transcurría. Ella obedeció. Se sentó frente a los códices sagrados.
Sin cerrar nunca los ojos, repitió la misma cosa durante muchos días, muchos años. Y sólo esas palabras le importaron. Pero luego comprendió que no bastaba con obstinarse en retener sucesiones idénticas. Comprendió que en la línea recta se fatigaba la memoria. Entonces, siguió el camino de la línea que se tuerce y retuerce; porque el trazo circular es más propicio para el recuerdo.
Cuando tampoco fue bastante, Nakín buscó el favor de la música. Y es que la música dispone de inmensidad. Más que el desierto y el horizonte.
Pero nuevos nombres y cifras se añadían. Crecía su cansancio.
Agitada, transformada en rumores sin sentido, Nakín trazó dibujos en su memoria. Una bandera para el número veinte. Para el número diez, media bandera. El cuatrocientos fue una pluma, el ocho mil fue una balsa. De ese modo, Nakín de los Búhos retuvo las edades y los años; todos los números del pasado.
Sin embargo, tampoco así fue suficiente. Ya sin espacio por dentro, lívida por fuera, Nakín pidió ayuda a los colores. Confió en ellos. Negro y rojo para la sabiduría, azul para la realeza, amarillo para el rumbo de las mujeres.
Al fin, Nakín de los Búhos cayó hasta el fondo de su fatiga. Cerró los ojos, cubrió con sus manos los signos de los códices. Y dejó escapar por la boca entreabierta cada uno de los recuerdos que guardaba. Creyó, sin clemencia por sí misma, que era débil y apocada en su alma.
La mujer abrió los ojos para llorar. Entonces, vio a través de sus lágrimas. Y aprendió por el llanto que la memoria sólo perdura si se reinventa.
"Antes fui mujer, Nakín de los Búhos. Luego mis mayores me dispusieron para el recuerdo y lo acepté. Al principio dije la misma cosa durante muchos días, muchos años. Y sólo esas palabras me importaron. Cuando no fue bastante, comencé a cantar. Y es que la música dispone de inmensidad; más que el horizonte y el desierto.
Pero nuevas cifras y nombres se añadían. Crecía mi cansancio... Tantas cifras y nombres, tanto cansancio se añadía que tracé dibujos en mi memoria. El cuatrocientos fue una pluma, el ocho mil fue una balsa.
Después puse en mi ayuda los colores. Confié en ellos.
Al fin, me despeñé hasta el fondo de mi fatiga. Cuando abrí los ojos para llorar vi a través de las lágrimas. Y aprendí que la memoria debe ser reinventada. Sólo así es capaz de perdurar y atravesar el tiempo."
Nosotros le pedimos... ¡Canta, Nakín!, ¡reinventa la memoria! Balsa sobre balsa sobre pluma en azul. Continúa cantando para que no olvidemos.
Ella responde... Azul estoy cantando. Canto media bandera en rojo y negro. ¡Ya no puedo hacer más que reinventar colores y cantarlos! Ya no puedo hacer más."







Liliana Bodoc nació en Santa Fe en 1958 y vive desde los cinco años en Mendoza. Estudió Letras en la Universidad de Cuyo y ejerce actualmente la docencia. Poeta y narradora inédita, llegó a Buenos Aires con su primera novela, Los días del Venado, buscando una editorial que se atreviera a jugarse por su propuesta. Editorial Norma la publicó en 2000, y Los días del Venado mereció los siguientes premios: Mejor libro de la Feria del libro de Buenos Aires (2000), el Premio Fantasía (2000), Lista de honor del Premio Andersen 2000, Mención especial, The White Ravens 2002. Actualmente su cuarta edición se distribuye con éxito no sólo en Argentina sino también en Chile, Colombia, Venezuela y México.


Vale la pena:

http://www.educared.org.ar/imaginaria/13/2/bodoc_lecturas.htm

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=922901














1 comment:

Anonymous said...

asi quedo mejor, no?